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jueves, 3 de agosto de 2023

El cuento del economista keynesiano Acelito

EL CUENTO DEL ECONOMISTA KEYNESIANO LLAMADO ACELITO


En un pequeño país llamado Prosperidad situado al sur de América Latina Había gran cantidad de economistas egresados de universidades publicas y privadas, todos se autodenominaban “Hombres de ciencia”. Sin embargo, la reputación de todos los economistas que tuvieron cargos públicos estaba manchada de incompetencia, de incapacidad, de miopía en su mal desempeño como asesores económicos del gobierno. El problema principal del país llamado “Prosperidad” era la inflación descontrolada, un problema que afectaba a todas las personas de la nación. A pesar de su conocimiento teórico y sus títulos de economista que cada uno decía tener. Todos los economistas que trabajaron como funcionarios públicos del país de la Prosperidad, siempre se encontraban con situaciones difíciles. A medida que pasaban los días, la insatisfacción del pueblo crecía más y más y la presión sobre él gobierno aumentaba. Cada economista que estaba cumpliendo un cargo publico teóricamente sabia que la economía es una ciencia social y humana cuyo propósito es satisfacer las necesidades colectivas e individuales de todos los seres humanos. Sin embargo, todos economistas que ocuparon cargos públicos se sentían impotentes e incapaces de encontrar una solución adecuada para resolver los problemas económicos que aquejaban al país. Unos porque tenían falta de experiencia, otros porque respondían al poder político, otros porque simplemente eran un inútiles no sabían como la economía funciona en el campo practico. Una noche, un economista con maestría en la escuela Keynesiana reflexionaba sobre su situación del país, ni corto ni perezoso decidió buscar orientación en los sabios del bosque. Escuchó hablar de un anciano al quien le decían el búho; este hombre poseía una gran sabiduría y había ayudado a resolver problemas en otras tierras. Con esperanza renovada, Acelito se aventuró en busca del búho sabio. Después de un largo viaje, finalmente encontró al anciano búho en lo profundo del bosque. Acelito compartió su dilema y le explicó cómo se había fracasado en el intento de solucionar los problemas económicos del país. El anciano búho lo escuchó atentamente y luego respondió con voz sabia y le dijo: Acelito, la verdadera ciencia no se encuentra solo en los libros y las teorías abstractas. Para ser un verdadero economista, para ser un verdadero hombre de ciencia, se necesita entender la importancia de la aplicación de la economía en vida práctica real. El anciano Buho le dijo al economista Acelito. La economía es una disciplina que no se puede separar de la realidad y las necesidades reales de las personas. Acelito reflexionó sobre las palabras del anciano búho y finalmente comprendió su error. Acelito estado demasiado enfocado en los aspectos teóricos de la economía y se había olvidado de la importancia de las acciones concretas y las soluciones prácticas y Acelito por el camino iba pensando, al diablo con los ideales keynesianos. Acelito regresó al país y convocó a un equipo de economistas, pero esta vez, se aseguró de incluir a personas con experiencia en el campo económico real. Juntos, trabajaron en estrecha colaboración con la sociedad civil, escuchando las necesidades y los desafíos de las personas. Acelito y su equipo implementaron políticas económicas más realistas y adaptadas a la situación del país de ser economista de keynesiano, empezo abrazar las ideas de la libertad, su gestión se centro en en proyectos de inversión productiva, fomento de la creación de empleo, promovieron la educación financiera, apertura de una economía de libre mercado, Acelito de la noche a la mañana cambio su forma de pensar gracias al anciano Buho que le abrió la cabeza para interpretar realidades, para pensar de manera critica. Con el tiempo, Acelito aprendió que ser un verdadero hombre de ciencia implicaba no solo tener conocimientos teóricos, sino también la capacidad de aplicar esos conocimientos de manera efectiva en beneficio de la sociedad. Este economista Keynesiano se convirtió en un economista liberal comprometido con la realidad y las necesidades de las personas. Su reputación empezó a cambiar a medida que demostraba su habilidad para abordar los desafíos económicos del país. La situación económica en el país de la prosperidad mejoró gradualmente. La inflación se controló, se generaron nuevos empleos y se fortaleció la confianza en el sistema financiero. Acelito se convirtió en un referente en su campo, no solo por su conocimiento teóricos, sino por su capacidad para implementar soluciones prácticas y demostrar a otros economistas que la teoría de Keynes solo lleva a la miseria y a la pobreza porque inhibe la creatividad y conocimiento. La fábula de Acelito, el economista Keynesiano, se difundió por todo el país y más allá de sus fronteras. Acelito inspiró a otros profesionales que también era seguidores de Keynes. Acelito daba conferencias, charlas sobre la importancia de la aplicación práctica de sus conocimientos y el rol del economista a trabajar en beneficio de la sociedad. Desde entonces, Acelito continuó dedicando su vida a la economía, pero siempre recordando que su objetivo principal era satisfacer las necesidades colectivas e individuales de todos los seres humanos. Su historia se convirtió en un recordatorio de la importancia de la responsabilidad y la competencia en el ejercicio de cualquier profesión, especialmente en el campo de las ciencias sociales y económicas. Y así, Acelito demostró que un economista, aunque trabaje para el estado y haya enfrentado dificultades, y lo llamen burro, si uno quiere puede aprender de sus errores, superar los desafíos y, finalmente, cumplir con el propósito de las ciencias económicas que es contribuir al bienestar de la sociedad.

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